Niños que triunfan en el mundo deportivo a una edad temprana, que
incluso muestran nuevas habilidades o estrategias, que llegan al éxito; pero,
¿cuál es el precio que deben pagar para ello? ¿Es lo que desean realmente?
¿Marcará su futuro positivamente?
Son muchos los deportistas de nivel que empezaron muy pronto en la alta
competición. Leo Messi llegó a lo más alto con tan sólo 13
años, Ricky Rubio se integró en el baloncesto con 14 años, o Gisela Pulido fue campeona del Mundo de kitesurf a los 10 años.
Hoy en día algunos de ellos explican los beneficios de su trayectoria o
la felicidad aportada tras cada logro, pero otros muchos comentan cómo el
deporte les robó la juventud. Cómo el estrés ocasionado por la presión y la
intensidad en los entrenamientos finalmente afectó a sus comportamientos
sociales. La mayoría de ellos coincide en que cada entrenamiento se
realiza pensando en el éxito y que, junto a una buena base de
alimentación, buena programación, descanso y sacrificio, se consigue.
Hay que tener en cuenta que dependiendo del deporte que se practique la
carga de entrenamiento será diferente. Por ejemplo las nadadoras necesitan
invertir unas 8-10 horas de entrenamiento diario mientras que un futbolista
podría entrenar dos horas de cinco a seis días por la semana.
Actualmente se está tratando de estudiar cuál sería la edad
biológica, y no cronológica, oportuna para que un niño intensifique su
entrenamiento ante un deporte. Lo principal es que la iniciativa y motivación surjan del niño y no vengan dados por factores externos. Es muy
importante observar las habilidades individuales para así poder determinar si
podrían llegar a lo más alto a una temprana edad. A esto hay que añadirle un
estudio médico exhaustivo que afirme el buen estado de salud del niño puesto
que estos casos pueden derivar en sobre entrenamiento.
El psicólogo Vladimir Hernández explica que las disciplinas deportivas
que se desarrollen a través del sistema central y sin golpeos como son la
gimnasia, la natación, el patinaje artístico, etc.; pueden desarrollarse
durante más de cinco horas al día.
¿Existe la posibilidad de que
el niño pierda la motivación?
Hay que tener en cuenta que, en el momento en que el niño muestre signos
de dolor, fatiga o agotamiento, es posible que esté siendo presionado por
encima de su límite y de su capacidad física, pudiendo disminuir el
rendimiento. Es fundamental un trabajo en equipo que implique al niño. Una
persona encargada de su alimentación acorde al tipo de actividad y desgaste, un
programa de entrenamiento bien estructurado, y el entorno del niño ya sea
familiar, amigos y educadores.
¿Qué pasa con su desarrollo
social?
En la etapa escolar los niños desarrollan habilidades de comunicación y
valores sociales que marcarán sus futuras relaciones personales. Pueden
aparecer problemas de relaciones con familiares o amigos, así como carencias en
cuanto a crecimiento personal si las horas de entrenamiento diario impiden
que el niño comprenda el entorno y se relacione. Este hecho se acentúa con los
deportes individuales debido a que los valores del trabajo en equipo no están
presentes. Los entrenamientos deben estar bien diseñados y no afectar a las
relaciones de los niños, así como tampoco a sus deberes y obligaciones.
Cinco claves para que el
deporte de alto rendimiento no afecte al desarrollo físico y social de un niño
3.
Hacer
un estudio médico exhaustivo que confirme el buen estado de salud del
niño.
4. Trabajar
en equipo: experto encargado de su alimentación, programa de entrenamiento
adecuado, buen entorno familiar, con amigos y educadores.
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